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De jóvenes y poetas. Punto # 223 de mayo 31, 2012

31 May, 2012

Lo que el respetable consideraba una campaña insulsa y sin pimienta, resultó sazonada con juventud, pero con una llena de reclamos y desilusionada del país en que viven. A raíz de la visita a la Universidad Iberoamerican del candidato del PRI, el apolíneo Enrique Peña Nieto, la campaña tomó un giro refrescado por la candidez que solo los jóvenes pueden aportar. El movimiento estudiantil que se gestó, #yosoy132, logró movilizar a miles de estudiantes de variopinta procedencia en casi todas las ciudades de la nación. Instituciones de educación superior privadas y públicas se han unido y, sin diferencias económicas o sociales, se han fusionado para hacerles saber a los liderazgos políticos del país que lo que les ofrecen no les llena el ojo; que lo que les prometen no los convence. Ninguno de los candidatos ha tenido un discurso orientado a la juventud, en especial a la juventud universitaria. Ese segmento de la población que no se chupa el dedo y por su mismo origen exige respuestas serias ya que depende de ellas el futuro que vivirán. Orientados por intereses individuales o grupales, los cuatro fantásticos creyeron que seguimos chupándonos el dedo y con promesas huecas y pidiendo perdón, amén de distribuir bultos de cemento y despensas nadie iba a hacer ruido. Se equivocaron. A los universitarios no los compras con camisetas, cubetas, gorras y parafernalia similar. Estos jóvenes exigen respuestas y planteamientos serios a los problemas, sobretodo a los que afectarán su futuro.

Con todo y sus contradicciones e ingenuidad, los jóvenes exigen un México mejor del que actualmente viven. Ningún candidato ha sabido cómo hablar con ellos. Los cuatro candidatos han tenido enfrentamientos con ellos; ya sea en foros universitarios o mítines populares. Culpa de todo lo sucedido fue catalizado por la miopía de los priístas, quien acusaron de porros, acarreados y reventadores a los alumnos de la Ibero; el resultado salta a la vista.

La vapuleada que recibieron los cuatro a manos de Javier Sicilia en el Castillo de Chapultepec cuando se presentaron ante el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad no fue gratuita. Se la merecen y con creces. El poeta católico les espetó:

Ni para ustedes ni para sus partidos existen los casi 60 mil muertos, los más de 20 mil desaparecidos, los cientos de miles de desplazados, heridos y perseguidos, y las decenas de miles de viudas y huérfanos que esta imbécil guerra contra las drogas nos está costando y cuyo número aumenta día con día; no existe nuestro sufrimiento; no existen tampoco las desapariciones y los asesinatos de los migrantes que llegan o pasan por nuestro territorio –no hubo una sola mención a ellos por parte suya en el debate en donde entre las mutuas acusaciones, la ocurrencia de la demagogia, y la edecán, ustedes sólo dieron el espectáculo de la frivolidad y de la lejanía que tienen frente a la nación–. Para ustedes, por lo tanto, no existen la emergencia nacional ni las miles de zonas tomadas por el crimen organizado ni los funcionarios de sus partidos coludidos con él ni el problema de la guerra. Se han contentado simplemente con hablar de la inseguridad, de acusar de corruptos a los otros partidos, y de proponernos enfrentar la inseguridad con más violencia. No han expresado ningún camino humano y a corto plazo para construir esa paz que tanto anhelamos y sin la cual las elecciones son sólo una simulación; no han siquiera pedido perdón a los ciudadanos y a los migrantes centroamericanos por estas desgracias de las que sus partidos y sus gobiernos son tan responsables como el gobierno federal. Ustedes, como el Presidente Calderón y los demás candidatos y partidos, parecen tener sólo imaginación para la violencia y la disputa. Continúan negándose a escuchar el corazón herido de la patria.

El poeta les pegó donde más duele, la amnesia social que los cuatro sufren. La demagogia, sustentada en la hipocresía y en la asepsia partidista, no es el mejor camino para sacar a México del atolladero. Impolutos y desmemoriados, los cuatro atacan, pero desconocen lo esencial: su responsabilidad como representantes de sus respectivas trincheras partidistas, de la debacle que al través de los años ha sumido al país en un ente enfermo. La violencia, la pobreza, la desigualdad, las nulas opciones de movilidad social, el analfabetismo funcional y agrafía que corroe al mexicano promedio, la ínfima calidad de vida que sus políticas erróneas nos hacen padecer e infinidad más de padecimientos que nos aquejan y corroen como sociedad. Ninguno ha planteado cuál será la política exterior de México en un mundo globalizado, ninguno ha mencionado cómo tratará el problema de los inmigrantes centroamericanos que transitan por nuestro país en periplo a su sueño americano.

Javier Sicilia

Los candidatos enquistados en mundos alejados de los mexicanos promedio, pletóricos de caprichos totalmente ajenos a la realidad, nos cobran factura en nuestras vidas cotidianas. Prometen idiotez y media. Ninguno de ellos ha hablado de los jóvenes sin futuro viable, de los desplazados, huérfanos, viudas, desaparecidos, desempleados, migrantes; de los millones de seres humanos inmersos en ciclos de pobreza, desde la alimentaria, hasta la de oportunidades. Tampoco tienen el valor de enfrentar a sus críticos y evaden de manera contumaz cualquier vestigio de crítica a sus personas o partidos. México no será rehén de individuos carentes de sensibilidad, que al mínimo atisbo de reproche, se curan en salud culpando al otro de los problemas que invaden a la nación. Todos, y lo repito, todos, son responsables de la debacle que vive México, pues todos, representantes de sus facciones políticas han abonado para llevar al país al despeñadero en que se encuentra actualmente México. Gracias a la juventud y a los poetas todavía poseemos un frente para exigir gobernantes realmente comprometidos con la ciudadanía.

¡Extra! ¡Extra! Para evadirnos de la problemática que nos corroe, inician en breve un par de circos deportivos: Eurocopa de naciones en Polonia y Ucrania y Olimpiadas en Londres.

 

Discurso íntegro de Javier Sicilia a candidatos en el Castillo de Chapultepec

29 May, 2012

El líder del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad recibió a los candidatos a la Presidencia en el Castillo de Chapultepec, donde les dedicó unas palabras antes que fueran cuestionados. Aquí el discurso textual:

Buenas días señora Josefina Vázquez Mota; señor Enrique Peña Nieto; señor Andrés Manuel López Obrador; señor Gabriel Quadri; buenos días hermanos y hermanas del MPJD; buenos días a la ciudadanía herida de esta nación. Muchas gracias por asistir a nuestra convocatoria.

Antes de empezar a dar nuestra palabra, quiero, como siempre, leer unos versos; esta vez de Piedra de sol de Octavio Paz: “[…] el mundo nace cuando dos se besan,/ […] y las leyes comidas de ratones,/ las rejas de los bancos y las cárceles,/ las rejas de papel, las alambradas,/ los timbres y las púas y los pinchos,/ el sermón monocorde de las armas, […]/ el burro pedagogo, el cocodrilo/ metido a redentor, padre de pueblos,/ el Jefe, el tiburón, el arquitecto/ del porvenir, el cerdo uniformado,/ el hijo predilecto de la Iglesia/ que se lava la negra dentadura/ con el agua bendita y toma clases/ de inglés y democracia, las paredes/ invisibles, las máscaras podridas/ que dividen al hombre de los hombres,/ al hombre de sí mismo, se derrumban/ por un instante inmenso y vislumbramos/ nuestra unidad perdida, el desamparo/ que es ser hombres, la gloria que es ser hombres/ y compartir el pan, el sol, la muerte,/ el olvidado asombro de estar vivos/ […]”

Porque esta nación no termina de encontrar su camino, porque, como dicen esos versos de Paz, ha estado tomada en muchos sectores por la hipocresía, el cinismo y la delincuencia que tienen herido el corazón de la nación y hecho pedazos el cuerpo de la patria, y por nuestros muertos y desaparecidos, que son el rostro sin fin de esa herida, pedimos a todos un minuto de silencio.

Hace más de un año, permítanme recordarlo, porque el Alzheimer social y político en México es muy grave, el 28 de marzo de 2011, a raíz del asesinato de mi hijo Juan Francisco y de sus amigos, Luis, Julio, Gabo, y otras tres personas más, pronunciamos por vez primera “Estamos hasta la madre”, que se convirtió en la voz de miles. La exclamación fue acompañada días después por una carta con ese mismo título publicada en Proceso. Parte de ella y de ese “Estamos hasta la madre” estaba y continúa estando dirigido a ustedes, los políticos; la otra parte, a los criminales. Días después, el 8 de mayo, después de la larga marcha de cuatro días de Cuernavaca al DF, en la Plaza de la Constitución, leímos un discurso y propusimos seis puntos como el mínimo suelo que necesita la nación para salvar su dignidad, y sobre los que hablaremos en la segunda parte de este encuentro. En ese discurso, dirigido a todos, les dijimos particularmente a ustedes “que no (aceptaríamos) más una elección si antes los partidos políticos no (limpiaban) sus filas de esos que, enmascarados en la legalidad, están coludidos con el crimen y tienen al Estado cooptado e impotente”.

Les pedimos también a los Legisladores una Reforma Política amplia que incluyera revocación de mandato, referéndum, consulta e iniciativa ciudadana, plebiscito, voto blanco, candidaturas ciudadanas, reelección y limitación del fuero, e hiciera así más participativa la vida democrática. Les pedimos también una agenda de unidad que nos permitiera salvar la emergencia nacional en la que esta guerra contra las drogas y la corrupción de las instituciones nos ha sumido, y les advertimos que de empeñarse en su ceguera, las instituciones no sólo “se (convertirían) en lo que ya empiezan a ser, instituciones vacías de sentido y de dignidad, sino que las elecciones de 2012 (serían) las de la ignominia, una ignominia que (haría) más profundas las fosas en donde, como en Tamaulipas, están enterrando la vida del país”.

No hicieron ninguna limpieza honorable de sus filas, nos negaron la Reforma Política y nos han llevado a estas elecciones ignominiosas que han hecho salir a miles de jóvenes a las calles para encontrar el camino que ustedes cancelaron. Lejos de construir la unidad nacional sobre la que tanto hemos insistido, sus campañas electorales parecen la continuación de la violencia que nos azota por otros medios, una violencia que ahonda la fractura de la patria y de las fosas en donde en nombre del poder, de la soberbia y del éxito que debe obtenerse por cualquier medio y a cualquier precio, se empeñan en enterrar la vida de la nación. Aquí, señora Vázquez Mota, señor Peña Nieto, señor López Obrador, señor Quadri, hay víctimas que hablarán después de mí y que son el engendro del pudrimiento de las instituciones, de la represión de sus partidos y del crimen organizado. Mientras estas víctimas no han recibido un gramo de justicia ni de reparación a sus daños, mientras la marcha macabra de los señores de la muerte avanza en los territorios gobernados por sus partidos y los desaparecidos, los desmembrados, los descabezados, los levantados, aumentan; mientras la ciudadanía vive en la indefensión, ustedes y sus partidos gastan en campañas millonarias –la suya, señor Peña Nieto, es verdaderamente desvergonzada— y en demagogia –sus palabras de campaña frente a esa realidad están vacías–.

Ni para ustedes ni para sus partidos existen los casi 60 mil muertos, los más de 20 mil desaparecidos, los cientos de miles de desplazados, heridos y perseguidos, y las deceneas de miles de viudas y huérfanos que esta imbécil guerra contra las drogas nos está costando y cuyo número aumenta día con día; no existe nuestro sufrimiento; no existen tampoco las desapariciones y los asesinatos de los migrantes que llegan o pasan por nuestro territorio –no hubo una sola mención a ellos por parte suya en el debate en donde entre las mutuas acusaciones, la ocurrencia de la demagogia, y la edecán, ustedes sólo dieron el espectáculo de la frivolidad y de la lejanía que tienen frente a la nación–. Para ustedes, por lo tanto, no existen la emergencia nacional ni las miles de zonas tomadas por el crimen organizado ni los funcionarios de sus partidos coludidos con él ni el problema de la guerra. Se han contentado simplemente con hablar de la inseguridad, de acusar de corruptos a los otros partidos, y de proponernos enfrentar la inseguridad con más violencia. No han expresado ningún camino humano y a corto plazo para construir esa paz que tanto anhelamos y sin la cual las elecciones son sólo una simulación; no han siquiera pedido perdón a los ciudadanos y a los migrantes centroamericanos por estas desgracias de las que sus partidos y sus gobiernos son tan responsables como el gobierno federal. Ustedes, como el Presidente Calderón y los demás candidatos y partidos, parecen tener sólo imaginación para la violencia y la disputa. Continúan negándose a escuchar el corazón herido de la patria.

Esta herida que, a pesar de todo lo que hacen y dicen para no verla ni asumirla en su profunda gravedad, no pueden borrar, los increpa hoy y les pregunta. ¿Díganos, cómo con mayorías relativas –porque de ganar sólo ganarán con ellas– piensan gobernar y sanar en su emergencia nacional a está patria desmembrada? ¿Son ustedes tan soberbios para creer que en estas condiciones de emergencia nacional se puede gobernar sin la unidad de la nación? ¿Cómo harán, si ganan, para crearla y no convertirse en un nuevo administrador de la desgracia del país? ¿Cuál es su propuesta de paz, más allá de programas reconstructivos a largo plazo? ¿Qué propone para crear los instrumentos que permitan a la Ley General de Víctimas, recientemente aprobada, sin que el presidente se haya dignado a promulgarla, hacerse una realidad para ellas? ¿Cuál es su posición frente al asunto de las drogas y su propuesta para dejarlas de ver como un problema de seguridad nacional y enfrentarlas como un asunto de salud pública que ponga fin a esta guerra perdida. ¿Cómo, por lo tanto, van a generar una política que no nos subordine a la estrategia de seguridad nacional de los Estados Unidos? ¿Qué tiene que decirle a las víctimas de su partido que hoy están aquí frente a usted?

Javier Sicilia. (Foto: aldiasonora.com)

**A la candidata del Partido Acción Nacional, PAN Josefina Vázquez Mota:

Para muchos, usted, señora Vázquez Mota, significa la continuidad de una política que nos ha sumido en el horror, la miseria y el despojo, el señalamiento duro a las corrupciones de los otros partidos, pero la incapacidad autocrítica para ver las del suyo y la protección o la simulación frente a delincuentes o malos funcionarios de su partido que ocupan y ocuparon cargos políticos, incluso de Estado. Usted representa a un partido que nos debe la transición y que se ha corrompido a grados ignominiosos con el poder. Usted representa un partido que después de doce años deja como una de sus herencias un inmenso camposanto como patria.

**Al candidato del Partido Revolucionario Institucional, PRI Enrique Peña Nieto:

Para muchos, señor Peña Nieto, usted representa el regreso al pasado, es decir, el regreso al origen de la corrupción de las instituciones que hoy se desborda por todas partes y cuyo rostro no es sólo la violencia, el dolor, la corrupción, la impunidad y la guerra, sino la imposición de la presidencia imperial, el uso patrimonialista de la nación y la represión –Atenco, la respuesta descalificadora a los muchachos de la Ibero, la manipulación mediática frente a sus legitimas protestas, son sus señales más claras. Representa también el voto corrompido, el voto comprado, el voto no ciudadano, el de la miseria moral y el de la arrogancia y los intereses de los monopolios de la comunicación. Hoy está aquí presente el escritor Germán Dehesa que hasta el último día de su vida, como un signo de ética ciudadana, contó las noches que se acumulaban cargadas de los agravios de la fraudulenta gestión del exgobernador Arturo Montiel.

**Al candidato de la Alianza Movimiento Progresista, Andrés Manuel López Obrador:

Para muchos, usted, señor López Obrador, significa la intolerancia, la sordera, la confrontación –en contra de lo que pregona su República Amorosa– con aquellos que no se le parecen o no comparten sus opiniones; significa el resentimiento político, la revancha, sin matices, contra lo que fueron las elecciones del 2006, el mesianismo y la incapacidad autocrítica para señalar y castigar las corrupciones de muchos miembros de su partido que incluso, contra la mejor tradición de la izquierda mexicana, no han dejado de golpear a las comunidades indígenas de Chiapas y de Michoacán o a los estudiantes Guerrero. Significa también la red de componendas locales con dirigentes que años atrás reprimieron a quienes buscaban un camino democrático, el señor Bartlet es sólo la punta del iceberg.

**Al candidato de Nueva Alianza, Gabriel Quadri:

Para muchos usted, señor Quadri, significa la usurpación de las candidaturas ciudadanas –que nos negaron junto con la Reforma Política—, la arrogancia y una doble moral que pretende reivindicar el liberalismo y criticar los monopolios mientras usted sostiene su campaña apoyado en la mafia de una cacique, que representa lo peor de nuestra clase política, y en el poder de un sindicato corrupto que tiene secuestrada la educación de la patria, que usa a nuestros niños para el chantaje de más canonjías y posee una fortuna que, fruto de la corrupción nos ofende y nos indigna a todos.

La democracia en su sentido real, no es el voto ni las elecciones libres –aunque la apoyen–, no es una cuestión de administraciones institucionales ni de arreglos entre ellas y sus consejos especializados llamados partidos, cámaras y secretarías, mucho menos el libre mercado, es la dignidad de una nación que sólo aparece allí donde se generan relaciones de confianza y de apoyo mutuo más allá de cualquier interés de poder o de dinero ¿Cómo piensan darle vida a una democracia que sus partidos, la inoperancia del Estado que niega y reprime todo lo que no puede controlar, la criminalidad y los diversos y oscuros intereses del poder y del dinero nos han arrancado?

Estamos, como lo dijimos hace más de un año, no sólo en la misma “encrucijada sin salidas fáciles”, sino ante un proceso electoral atrapado en un callejón sin salidas. Ustedes saben que gane quien gane estas elecciones tendrán que enfrentarse a un suelo y a un tejido social destrozados que ustedes con sus divisiones, sus intereses, sus pleitos, no están ayudando a rehacer sino a desgarrar más. Hoy parece que las urnas electorales no alcanzarán para responder a los sueños rotos de la patria.

Nosotros, sin embargo, no hemos dejado de insistir en una unidad nacional. No hemos venido aquí, por lo tanto, a apoyar a ninguno de ustedes, sino a emplazarlos, como ya lo hicimos aquel 8 de mayo de 2011, a construir, permítanme reiterarlo una vez más, “una unidad nacional que le permita a la nación rehacer su suelo. ¿Cómo pueden ustedes, más allá de sus intereses de partido, cooperar con esa voz que nosotros hemos escuchado en nuestro peregrinar por toda la república, esa voz que los universitarios hacen oír en las calles y en las redes sociales, y que hemos escuchado en español, náhuatl, purépecha, tseltal o wirrárika, lo mismo en Acteal que en Ciudad Juárez, esa voz que exige democracia, paz, justicia y dignidad?

Además opinamos que hay que respetar los Acuerdos de San Andrés y el etcétera, etcétera, que nos deben a los mexicanos.

Estas palabras fueron leídas a todos los candidatos y a la candidata, y en el parráfo marcado** fue dirigido a cada uno en “Diálogos por la Paz” en el Castillo de  Chapultepec, México D.F a 28 de mayo de 2012.

Fuente: Animal Político.

Marchas por la paz. Punto # 172 de mayo 12, 2011

12 May, 2011

El pasado domingo culminó en el zócalo capitalino la marcha por la paz que lideró Javier Sicilia. Me niego a anteponer el cursi sustantivo poeta como sustituto del inefable licenciado que nuestra sociedad admira. El dolor que se debe sufrir al perder un hijo es indescriptible, al grado que no existe vocablo alguno que la describa. Tenemos al viudo para el que pierde a su pareja y el de huérfano para los que ven morir a los padres, pero no tenemos una palabra que describa al padre que pierde a un hijo. Tal vez se debe a que es una situación que no debería de suceder, sin embargo ya se ha vuelto situación cotidiana, que padres y madres vean morir a sus vástagos.

Los muertos del lado de los “hijos de puta” (Aguilar Camín dixit) son en un altísimo porcentaje jóvenes menores de 30; ¿cuántas madres y padres se han quedado sin sus hijos, por más que equivocaran el camino y terminaran masacrados en alguno de los miles de enfrentamientos a balazos, bazucasos y coches bomba que comienzan a ser parte del panorama común que padecen los habitantes de este país?

Javier Sicilia encabeza la "Marcha por la paz"

Supongo que si el hijo ultimado por el crimen organizado o daño colateral era estudiante cum laude con beca para hacer su doctorado en el Politécnico de Zurich, sí es válido llorar al joven y ver a los padres destrozados por el dolor, pero si el joven al que lloran los padres era pandillero devenido sicario con una biografía opacada por la violencia, entonces no es políticamente correcto derramar lágrimas. Para los progenitores de ambos individuos el dolor es similar y no sé si en alguna dependencia lleven las estadísticas de madres y padres que han perdido a sus hijos e hijas durante la “guerra” de Calderón. También sería interesante saber cuántos huérfanos ha dejado la guerra, de qué edad, en qué entidades, reciben algún apoyo de parte del gobierno, en fin, muchas preguntas me asaltan sobre esa numeralia.

Tampoco entiendo la lógica de querer enfrentar la violencia con actitudes dignas de Gandhi, apóstol de la no-violencia. Supongo que cuando eres secuestrado por una banda liderada por policías que te amenazan y apuntan sus armas a tus hijos les haces la señal de peace & love sesentero e ipso facto aflora el amor filial. Tampoco estoy de acuerdo con la estrategia federal la cual, salvo Calderón que no oye plan alterno alguno, ha mostrado su total ineficacia, además de ser catalizadora de la espiral de violencia que nos aqueja.

La marcha Cuernavaca-México sirve para extirpar la rabia por un tiempo, pero seamos racionales y sensatos, ¿alguien cree que individuos que cercenan, torturan, decapitan, violan o esclavizan a sus víctimas, se van a sensibilizar por una o mil marchas pidiendo paz? Dudo mucho que se hayan enterado de la última.

Mientras tanto, el Estado Mexicano, el otro involucrado en la debacle nacional, se ofusca y mantiene, como el avestruz, la cabeza metida bajo tierra. Aferrado a su plan que nunca fue plan, Felipe Calderón es reacio a dar el mínimo golpe de timón y, salvo una verdadera debacle nacional, no veo visos de que cambie la estrategia. Cuando con el tiempo se analice con detenimiento el sexenio calderonista, los residuos de esta guerra serán entonces palpables y podremos cuantificar el costo, más allá de las finanzas. Entonces sabremos el verdadero costo que esta estúpida guerra tendrá en la sociedad. El odio que ha despertado, los miles de huérfanos que crecerán, por obvias razones, con el hándicap de no tener padre.

Las marchas son excelentes vehículos para manifestar una posición ideológica o el hartazgo de la sociedad, pero considerar que tienen el poder para cambiar el statu quo, es utopía decimonónica. Bueno, siempre serán buen momento para volver a ver a los cuates y sentirse en la “marcha del silencio” del 68. Sin menospreciar, claro está, el clamor que estas manifestaciones multitudinarias quieren hacer llegar a la clase política y al crimen organizado. Pues ambos fueron los receptores del mensaje que Javier Sicilia externo y bajo cuyo slogan se le han unido variopinta cantidad de organismos e individuos. En concreto nos hace sentir mejor a los pacifistas, pues logramos externar nuestra unidad y civilizadas formas de organización, sin embargo al crimen organizado le vale una chingada lo que la sociedad piense o haga. Y no se diga al gobierno.

¡Extra! ¡Extra! ¡Arrancan! Este domingo inician las campañas políticas para elegir a nuestro próximo gobernador. Eruviel Ávila del PRI, Luis Felipe Bravo Mena del PAN y Alejandro Encinas del PRD son las opciones para el futuro mexiquense. Yo solo les diría a los tres políticos y representantes de sus diferentes agrupaciones partidistas que ¡YA ESTAMOS HASTA LA MADRE! y dudo mucho que alguno de los tres anteponga el interés por los mexiquenses sobre la podredumbre partidista.