Ahora que el equipo mexicano de futbol, más conocido como El Tri, dejó de competir en el campeonato mundial de la especialidad que se lleva a cabo en Brasil, vale la pena comentar sobre el papel jugado por el equipo en los pasados 15 días. No en balde lo que más llamó la atención a nivel mundial sobre México no se refirió a los jugadores, pues fue el famoso cántico de “puto” al despejar de meta el portero rival y en segundo lugar las formas exageradas de festejar los goles mexicanos el folklórico entrenador Miguel El Piojo Herrera. En tercer lugar la destacada exhibición de un par de jugadores: las excelentes paradas del portero Memo Ochoa y la finura de juego que mostró Héctor Herrera en la media cancha mexicana.
Nuestra actitud de víctima que nos gusta asumir siempre que no logramos una victoria a nivel mundial no abona para cambiar a una mentalidad ganadora: que si el árbitro, que si el clima, que si la FIFA, que si la secretaria de la FMF, etc. Nos negamos a asumir nuestra responsabilidad como país y sociedad. Los deportes no son más que una manifestación de la sociedad y si nuestro futbol no logra el famoso quinto partido tendríamos que analizar los problemas internos y no achacar nuestro fracaso a cuestiones exógenas. Para ganar un mundial se requiere anotar más goles que el rival, sobreponerse a los errores arbitrales, soporta las inclemencias del clima y hasta hacer oídos sordos a las voces contrarias. Para ganar un partido se requiere estar atento y enfocado los 90 minutos más el tiempo de compensación. Eso no lo logró hacer el equipo nacional; jugó como nunca durante 88 minutos, pero los últimos cinco se desdibujó y les dejó a los holandeses la iniciativa.
La meta, como lo ha sido desde 1930, era llegar al quinto partido, situación que no se dio. Por ello es un fracaso. El equipo “jugo como nunca y perdió como siempre” nos remonta a la misma cantaleta que escucho desde hace más de 20 años. No tenemos el esquema ni la formación para ello, es más que evidente. El otrora gigante de Concacaf dejo su puesto a Costa Rica, equipo que logró clasificar en primer lugar de su grupo compuesto por tres ex campeones: Uruguay, Italia e Inglaterra. De haber sido parte de ese grupo, ¿cómo creen que le hubiera ido a México?
El discurso patriotero que asume que la FIFA no quiere que México sea campeón no tiene sustento. De ser así, no hubiéramos organizado ya dos campeonatos: 1970 y 1986. En La Bombonera de Toluca, Italia nos goleó 4 a 1 en 1970 a pesar de ir ganando y en 1986 perdimos frente a Alemania por el mismo marcador.
Tres eventos extra deportivos en que participaron mexicanos fueron noticia y se siguieron en redes sociales: primero, el robo de cervezas en un estadio por algunos aficionados nacionales que vestían la camiseta verde; segundo, el salto de un aficionado que se tiró del barco en que viaja a alta mar; tercero, la detención de cuatro mexicanos, entre los cuales hay dos destacados panistas capitalinos, acusados de abusar de una mujer y golpear a su acompañante.
Resultó que infinidad de políticos se tomaron la foto frente a la televisión mientras miraban los distintos partidos de El Tri. Desde Peña Nieto, ya sea con su familia, equipo de trabajo y amigos de los hijos en Los Pinos o el hangar presidencial. Siguió el gobernador mexiquense Eruviel Ávila rodeado de diputados mexiquenses en la plaza principal de Atlacomulco. Fue una forma muy subjetiva de hacerse publicidad. La Plaza de los Mártires tuvo su pantalla gigante para que los toluqueños pudieran disfrutar de los juegos. Claro, con un agradecimiento de los mismos al gobernador por apoyar el evento. ¿Habrá tenido que ver con la eliminación la llamada de Peña Nieto a El Piojo para felicitarlo y esperar que llegaran a la final?
Todos los patrocinadores de la selección se han unido para felicitar al equipo porque jugo decorosamente sus cuatro partidos y la inversión que aquellos hicieron les reportó millones de pesos en ganancia. Pero manda un mensaje de mediocridad. La meta era un quinto partido, no se logró, por ende la participación de México en Brasil equivale a un fracaso por donde quiera que se le vea.
Entre el “ya merito” que repetimos cada cuatro años desde que tengo uso de razón no tiene sustento lógico. Se requiere hacer cambios drásticos en el futbol mexicano y dejar que sea el aspecto económico lo único que les interese a los dueños del balón (Televisa, TV Azteca, Azcárraga, Grupo Pachuca, Salinas Pliego y Carlos Slim por mencionar a un puñado).
Nuestra eliminatoria fue patética y si bien jugamos tres partidos muy bien, ello no quiere decir que nuestro deporte del balompié vaya por buen camino. Desde 1994 en el mundial de Estados Unidos hemos pasado a octavos de final con el mismo resultado: perdemos ese partido decisivo. No olvidemos que equipos más chicos que nosotros nos eliminaron en esta fase: Bulgaria nos ganó en penales en 1994 y Estados Unidos nos ganó 2 a 0 en 2002.
Cuando vislumbras que lo que estás haciendo no da los resultados que esperas, lo lógico sería cambiar, sin embargo los dirigentes mexicanos del futbol no han entendido. Si en seis campeonatos (1994, 1998, 2002, 2006, 2010 y 2014) no has logrado superar la barrera del quinto juego y llegar a cuartos de final es que algo se está haciendo muy mal, pero nos negamos a cambiar las formas. Dentro de cuatro años en Rusia nos sucederá lo mismo. Al tiempo.
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