60 días y contando
Luis Recillas Enecoiz
El pasado 5 de agosto se cumplieron dos meses de la tragedia acaecida en la guardería ABC de Hermosillo donde hasta hoy 49 niños han perdido la vida. A 60 días del trágico suceso no ha sucedido cosa alguna que nos orille a considerar que habrá un símil, vamos un remedo, de justicia y aplicación de la ley para los responsables de la conflagración.
Marcha en Hermosillo para exigir justicia
La tragicomedia en que se ha convertido este lamentable acontecimiento, muestra nuestra insensibilidad como sociedad. La tragicomedia tuvo varias aristas, pero el remate fue la balconeada entre ministros de la Suprema Corte de Justicia, que obligó a uno de ellos a cancelar su página en Facebook; La procuraduría estatal alerta la ficha internacional de Interpol para localizar a los dueños y concesionarios y hasta ahora prófugos de la justicia, pero resulta que están amparados dando testimonio en el mismísimo edificio sede de la procuraduría sonorense; padres de los niños exigiendo un mínimo de congruencia entre el discurso y su aplicación, tanto a nivel municipal, estatal y federal; el lastimoso espectáculo entre la federación y el ejecutivo estatal, más preocupados por echarse la bolita que por solucionar el problema, ¡patética bufonada!
Lo peor del asunto es que no sucederá absolutamente nada. Nuestra desmemoria histórica y selectiva amnesia social son explotadas por la clase política autóctona de formas harto sofisticadas, sin duda admiradas por el Dr. Gobbles.
Hagan sus apuestas. Doble contra sencillo: Si para enero de 2010 alguien se acuerda del lamentable suceso, no será sino algún pariente de los niños fallecidos. Dentro de diez meses que se celebre el primer aniversario de la tragedia de Hermosillo, aseguro a mis contados lectores que nadie habrá sido juzgado y sentenciado por el crimen.
El crimen por el que se debe juzgar a los involucrados es por negligencia criminal, por ineptitud con consecuencias nefastas y pérdida de vidas, por falta de ética que prohijó un verdadero infierno, y no es metáfora. No soy abogado, nadie pide que se les acuse de asesinato en primer grado, pues en ningún momento se puede pensar que hubo premeditación, alevosía o ventaja en la hecatombe. Pero sí hay que juzgar qué tan criminal fue la omisión y negligencia de los involucrados: dueños, concesionarios, funcionarios municipales, responsables a niveles estatal y federal, en fin, todos los que directamente estén involucrados. Porque encarcelar a un oficinista y a su chofer acusados de la tragedia por olvidar apagar un cooler raya en la estupidez.
El tonel de Diógenes 
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